Jaume Sanllorente
SONRISAS DE BOMBAY
       Nació en Barcelona, es periodista, escritor y profesor, ha sido premiado y condecorado, tiene un currículo muy nutrido y una experiencia de vida acumulada admirable. Reside en India, donde en 2005 fundó “Sonrisas de Bombay”, ONG de cooperación al desarrollo que implementa proyectos de educación, salud y desarrollo socioeconómico, focalizada en la lucha contra la pobreza, el respeto a los Derechos Humanos y la igualdad de oportunidades en Bombay. En 2007 publicó el libro “Sonrisas de Bombay, el viaje que cambió mi vida” (Plataforma), en el cual relata como un simple viaje de turismo se transformó en otro, muy distinto, de corte casi iniciático que le obligó a tomar conciencia y cambiar su destino para siempre. “...Fue tras un viaje de turismo en 2004 en el que quedé impactado por la situación en la que vivían millones de ciudadanos pobres en Bombay, sin acceso a los derechos humanos más elementales. Vi muy claro que debía tomar algún tipo de acción para luchar contra una realidad que no me gustó. Una cosa llevó a la otra y así fundé Sonrisas de Bombay, organización que actualmente beneficia a más de 5.000 ciudadanos y da trabajo a más de 200 personas de las propias comunidades…”

Texto St Xavier Octavius
Photo Kiril Chakhnazarov
"Barcelona es una ciudad mágica"

Plaza San Felipe Neri  - Gótico

"…Una cosa que me gusta mucho de Barcelona es que todos, absolutamente todos sus ciudadanos están muy orgullosos de la ciudad que tienen…"

      Son varias las razones por las que deseábamos contar con la presencia de Jaume Sanllorente en THESOULREPORT, la primera y sin ninguna duda, por  el anhelo de colaborar y amplificar el trabajo de una organización humanitaria, porque comprendemos la importancia vital de su existencia y el de la función que cumplen, al realizar tareas y tener objetivos que escapan o no cuadran con el de las administraciones gubernamentales. Por otro lado, la ONG “Sonrisas de Bombay” es una referencia en la ciudad y Jaume Sanllorente un emprendedor humanitario que supo hacer las cosas de una manera personal, aportando creatividad, flexibilidad, dinamismo y una gran cantidad de ideas a un sector que suele encarnar valores opuestos. El optimismo, la fe, la perseverancia, el trabajo, la voluntad, la alegría, son valores loables pero conseguirlos y mantenerlos en la adversidad lo son doblemente.

Hitos en la vida de Jaume Sanllorente antes de la creación de “Sonrisas de Bombay”. Controlar la vida y que la vida no me controle a mí. En definitiva, ser y sentirme libre. Y sigue siendo mi hito, aunque he sumado la visión de un Bombay libre de pobreza e injusticia social y el consiguiente compromiso vital de trabajar para erradicar la pobreza en esa ciudad de la India.

Evidentemente el entorno de Bombay influyó a la hora de pensar en el proyecto pero ¿qué papel jugó el estado interno del emprendedor? ¿Cómo se dosifica el lado altruista que requiere un proyecto solidario, por amor a los otros, con la parte pragmática que exige la estructuración de una empresa y de un engranaje que debe producir beneficios? Creo que siempre he sido un emprendedor. Ya en el cole organizaba la revista de la clase, la compañía de teatro… Siempre estaba liándola montando alguna cosa u otra. Ahora estoy convencido de que si el destino o las casualidades de la vida no me hubieran llevado a Bombay me habrían llevado igualmente a emprender algún tipo de aventura empresarial u organizativa. Cuando me imagino trabajando en una oficina, haciendo un horario sin ningún tipo de reto  o libertad creativa, me entra de todo. Bombay influyó, lógicamente, en que decidiera luchar contra una realidad que me sobrecogió y me asombró que existiera impunemente en pleno siglo XXI. Por otro lado, siempre he creído que el corazón no está reñido con la cabeza. Creo que Sonrisas de Bombay ha sabido encontrar un muy buen equilibrio entre la constante búsqueda de la excelencia profesional y la eficiencia, pero implementándola con alma, sin permitir que la organización se convierta en un ejército de tecnócratas sin sentido. Yo mismo llevo años reciclándome, formándome para poder estar a la altura, laboral y académicamente, de mi puesto de trabajo en la organización; pero sin olvidar que todos los conocimientos adquiridos deben estar vertebrados por una misión social.

Consideramos que Sonrisas de Bombay es una ONG que se supo diferenciar. Cuáles cree son los valores que la definen y diferencian? Pienso que de alguna manera ha roto algunos esquemas y eso es, tal vez, lo que la ha diferenciado. No obstante, no hay que negar el factor suerte. Hay muchas personas que han emprendido mi mismo camino y que han iniciado proyectos interesantísimos que, no sé porqué, no han despertado tanto interés mediático y, en consecuencia, no han contado con los mismos apoyos. Y no debemos obviar el papel del impacto público en el crecimiento de la organización. Pero una oportunidad a veces puede convertirse en una amenaza. Pienso que sobrevivir al boom mediático que tuvo mi libro, que no era nada fácil, y demostrar con el paso del tiempo que Sonrisas de Bombay, como organización, ha priorizado el trabajo constante y bien hecho, la transparencia y el tesón, ha contribuido a  demostrar que tenemos claro dónde vamos y de qué forma queremos ir. Por otro lado, siempre hemos hecho mucho hincapié en la transparencia y la honestidad. Y hemos sabido decir “no” a proyectos oportunistas que podrían habernos asegurado aún más impacto mediático pero habrían dañado nuestra seriedad. He tenido sobre mi mesa ofertas millonarias para llevar mi vida al cine y a día de hoy me sigo negando a ello. Sería frivolizar con algo muy serio y ahora mismo no es el momento. Creo que un aspecto a destacar de Sonrisas de Bombay es que trabaja “con” la comunidad y “para” ella, contribuye a eliminar barreras dentro de un sector que, a veces, las ha puesto. Norte-Sur… cooperante-beneficiario…, hay que ir eliminando estas bipolaridades de nuestro trabajo porque en ocasiones fomentan el paternalismo y la dependencia de la comunidad beneficiaria. Y “cooperación” es precisamente lo contrario. Nuestro sector necesita, sin duda, una revisión a fondo en algunas de sus prácticas habituales.

¿Hay cada vez más sonrisas en Bombay? Sin duda. Es magnífico ver los resultados. Lógicamente, contamos con un Departamento de Evaluación y Monitorización que analiza el impacto de los proyectos y su viabilidad, pero ver directamente el cambio que nuestro trabajo ha supuesto para muchos ciudadanos de Bombay no tiene precio, a nivel subjetivo. No obstante, tengo el defecto – o la virtud – de perder más tiempo en obstinarme por detectar las cosas que no hacemos bien y hay que perfilar a regocijarme con los éxitos obtenidos. El día que creamos que lo estamos haciendo todo bien estaremos perdidos.

En tiempos de crisis, ¿qué otras maneras existen de colaborar con el proyecto que no implique un aportación económica?. Difundir nuestro trabajo sin lugar a dudas. Tal vez uno no puede colaborar debido a la situación económica pero si difunde nuestro trabajo tal vez otros podrán hacerlo. Notamos la crisis. Y por ello estamos intentando buscar alternativas o encarar nuevos retos que garanticen la viabilidad de los proyectos, recordando además a nuestros colaboradores las graves consecuencias que puede tener para la comunidad beneficiaria en Bombay una crisis como la que vive España.

¿Alguna vinculación entre el hecho de haber crecido en BCN y la idea de crear una ONG ? Pues no creo.

Lo que más echa de menos de Barcelona lo que menos y lo que incluso cambiaría. Echo de menos la cercanía que tiene todo, que con la moto estás en diez minutos en cualquier lugar. Echo de menos a los míos. Echo de menos irme al cine con mis amigos, ir a tomar algo e improvisar. La improvisación es imposible en una ciudad como Bombay, con unas distancias tan grandes. Una cosa que me gusta mucho de Barcelona es que todos, absolutamente todos sus ciudadanos, a pesar de las rencillas políticas, lingüísticas, etc. que tiene nuestro país, estamos orgullosísimos de nuestra ciudad y pregonamos su nombre a los cuatro vientos cada vez que viajamos. Eso, a día de hoy, tal y como está el patio, es una maravilla. Ese sentimiento de apego tan grande a la ciudad es algo que hasta ahora sólo he visto, además de en los barceloneses, en los “mumbaikars” (Bombay) y los neoyorquinos. Y por eso, si algo no me gusta, es cuando detecto un ápice de esas rencillas que comentaba antes. No quiero que nuestra ciudad se encierre en sí misma en vez de abrirse al mundo. Sería una pena querer abanderar una ciudad que por sí misma ya es una bandera.