Miquel Aparici | |
DISEÑADOR GRÁFICO Y ESCULTOR |
Adoro el significado de la palabra serendipia, “hallazgo afortunado e inesperado mientras buscas otra cosa” y estoy convencido que, haber descubierto el fabuloso universo de creación de Miquel Aparici, ha sido una. Meses atrás, buscando el taller de otro artista, descubrí algunas de sus esculturas expuestas en, TEKHNArt, un estudio de arquitectura del Eixample barcelonés. |
Texto St Xavier Octavius Photo Kiril Chakhnazarov |
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"…Barcelona es una ciudad cosmopolita e inspiradora pero, en arte está quedando provinciana…" | ||
Estudio del artista - L'Hospitalet | ||
"…Yo soy, evidentemente, parte de la sociedad en la que vivo y, de una u otra manera, sigo los impactos que recibo pero, usualmente, mientras creo no soy consciente del entorno porque me sumerjo en mi propio mundo.…" |
El gran sentimiento de alegría, sensibilidad y empatía que me provocaron sus piezas, suscitaron, unos días después, esta entrevista. Deseosos de conversar con el creador de esas esculturas con alma y, con un artista que elevaba, a niveles sin precedentes, el arte del reciclado, nos trasladamos a su taller de l’Hospitalet. Al llegar, descubrimos una especie de cueva de Alí Babá colmada de objetos y piezas, de hierro y madera, en desuso pero con mucha historia, de las que Aparici se sirve para recrear su peculiar universo animal y, lo más bonito del relato ha sido escuchar, según sus propias palabras, “…Mi vida es como una serendipia, cada una de las piezas suelen aparecer en mi camino de forma inesperada o por casualidad…”. Cuando Aparici decidió estudiar, dudaba entre Biología y Bellas Artes así, es como decidió pasar los dos exámenes. Primero lo llamaron de la Massana entonces, se decantó por Diseño Gráfico. Actualmente es Director de Arte de la revista Jueves. Durante un viaje a Menorca quedó fascinado con las lagartijas, las que comenzó a dibujar con la técnica del café, entusiasmado, en un año, realiza más de mil dibujos. En el 2000, durante un viaje profesional a Nueva York, un galerista se interesó por su trabajo y organizó una muestra con su colección y esa, sería su puerta de entrada al mundo del arte. Teniendo en cuenta tu formación y tu trayectoria, ¿Cómo te defines artísticamente? Como diseñador gráfico y escultor. Soy las dos cosas. La escultura no es una afición, es una profesión también. Las dos disciplinas tienen muchos puntos en común e infinidad de conexiones. Tal vez una de las únicas diferencias sea, que en el arte soy yo y nadie más que yo. ¿Cómo se transforma un diseñador gráfico en escultor? En realidad las personalidades, las técnicas y las experiencias se retroalimentan y además, existe un paso intermedio, el dibujo. El arte me llegó durante un viaje a Menorca donde descubrí la fauna de las lagartijas. Volví fascinado. Estando en casa de un amigo ilustrador, mientras tomaba un café, le dibujé una de esas lagartijas. No pretendía hacer arte, simplemente mostrar algo que me había gustado mucho. Ha sido dar un paso que no tenía aspiración y sin embargo, me permitió volver a casa y comenzar a dibujar, sin parar, durante un año. Durante otro viaje, esta vez profesional, en el año 2000, una galería de Nueva York me cogió y así, en muy poco tiempo, ha sido como entré en el mundo del arte, haciendo bastante ruido… ¿Y la escultura? Llegado un momento sentí que el dibujo del café no daba para más, comenzaba a aburrirme. Era consciente, sobre todo, que si permanecía en el mundo del arte era para divertirme. Tampoco quería quedarme encallado ni encadenado a una técnica porque a la gente le gustaba. Así que comencé a dibujar en el aire y, paralelamente empecé a hacer los alambres que, era mi verdadera pretensión. Pasar del dibujo en café, que era muy lineal, al de alambre, me ha permitido comprender que cada escultura es un problema, un reto y que cada una, era muy diferente de la anterior y así, fue como encontré mi camino. Es donde me siento más feliz y más cómodo, donde no me aburro y, sobre todo, donde no me repito. Ese es mi principal motor, al mismo tiempo, descubrí que realizar esculturas de animales me permitía canalizar mi pasión innata por la biología. Así, puedo decir que realizo una especie de síntesis. Hablemos de esa síntesis… Todo lo que hago está muy relacionado. Considero que mi pasión por la escultura, con piezas recicladas, es una síntesis. De pequeño me fascinaba la biología, la arqueología y las cosas que encontraba por la calle. Siempre me gustaron los objetos vividos, antiguos, oxidados, de hecho, eso es lo que me gustaba encontrar. Me fascinan las piezas de segunda mano y aunque, a priori, no sepa para qué me servirán si me gustan, las consigo. Cuando hago una escultura intento proyectar mi recuerdo de ese animal. Si hago una jirafa intento no tener la foto de la jirafa si no, reproducir la imagen que responde al concepto de jirafa que guarda mi inconsciente. A veces, no es exactamente el animal pero, es el recuerdo que yo tengo de él y utilizo piezas antiguas porque las nuevas no me dicen absolutamente nada. Las cosas brillantes nuevas, que no han sido utilizadas, que no tienen vibración, no me dicen nada por eso. Parto siempre del principio que la pieza me guste y buscar las piezas adecuadas, es el 50% de mi obra. Tus esculturas son animales hechos con piezas recicladas, ¿eres consciente que el entorno es favorable para que tu arte genere empatía? Yo soy, evidentemente, parte de la sociedad en la que vivo y, de una u otra manera, sigo los impactos que recibo pero, usualmente, mientras creo no soy consciente del entorno porque me sumerjo en mi propio mundo. Creo que un artista no puede calcular, ni hacer algo para que le guste a la gente. Creo que podría ser un error pretender gustar a la gente y no crear honestamente, es como un camino que acaba en una pared. Yo intento extraer belleza de cosas, que la gente no encuentra necesariamente bellas. Por ejemplo, he dibujado un piojo que me parece bello, también una medusa, un pez abisal, que son animales no necesariamente bellos. Yo nunca haré una mariposa porque ya es bella de por sí. A mí, lo que es bello de por sí no me interesa, porque ya es una cosa demasiado bonita. Encuentro absurdo intentar hacer algo bonito cuando ya lo es. ¿Detrás de las elección de trabajar con piezas recicladas existe alguna filosofía? Soy una persona muy intuitiva, me dejo guiar mucho por mi intuición, no reflexiono mucho sobre lo que hago. Diría que detrás de todo esto, más que una formulación filosófica, existe una manera de ser y un gusto por los objetos antiguos, la arqueología, los objetos que voy encontrando, que arrastro naturalmente desde niño. Tiene más que ver con la vida de la pieza, con una cuestión estética, que con la conciencia ecológica. Si bien soy de reciclar y pensar en el cuidado del medio ambiente, no soy un ecologista ni mezclo la doctrina con mi obra. Me gusta la idea de darle una segunda oportunidad a las cosas, además encuentro que las piezas antiguas son mucho más atractivas porque conservan una historia, cuentan cosas y de esa historia, intento apropiarme y utilizarla en mis obras. Me gusta que mis piezas coincidan con este momento de concientización ecológica, pero lo mío, viene dado por otras razones y desde hace mucho más tiempo. Nunca me he regido por el ambiente que se respira porque intento que no me influya nada. Yo sé que, continúe o no la tendencia ecologista, seguiré haciendo animales con piezas recicladas. |