Pablo Bruera
ARTISTA VISUAL
       Pablo nació en Montevideo pero, hijo de padres exiliados, creció en Caracas, donde vivió 10 años, toda su infancia “…Aún no iba a la maternal cuando mis padres se instalaron en Caracas, allí vivimos 10 años, ese período me marcó e influyó para siempre, vivir en esas condiciones, en otro país, es una experiencia muy extraña… fue como vivir 10 años esperando volver a un sitio que no conocía, solemos volver a sitios que conocemos, volver a un sitio que no conoces se puede transformar en una experiencia surrealista...”
Texto St Xavier Octavius
Photo Alessia Laudoni
"Si pienso en su multiculturalidad, la tolerancia cívica y la sensación de libertad, Barcelona es especial, si agrego su arquitectura, pasa a ser única"

Playa de la Mar Bella - Poblenou
"…Siempre fui un poco de otro lugar, en Venezuela me llamaban “el uruguayo” y en Uruguay “el venezolano”… En Barcelona también soy de otro lugar pero es donde elegí vivir. Llevo aquí 10 años y siento que es mi sitio. En diciembre estuve 12 días en Montevideo y al octavo, deseaba volver a mi ciudad…"

      Piensa que haber vivido esa experiencia le facilitó el proceso, para de adulto, elegir instalarse, de manera deseada y planificada, no forzada, en Barcelona "...Todo ha sido más fácil, ya había vivido la experiencia, finalmente ha sido muy enriquecedor, me amplió horizontes, me abrió la cabeza y se multiplicaron las posibilidades..." Se ha llevado algo de todos los lugares por donde ha pasado. Los 10 años en Venezuela le marcaron e influenciaron también en tanto artista pues fué allí donde absorbió toda la creación de Jesús Soto, Carlos Cruz Diez o Alejandro Otero, máximos representantes del arte óptico y del movimiento cinético que tienen una presencia preponderante en la ciudad de Caracas "...Es mi línea de creación, estoy muy familiarizado, es un tipo de arte muy presente en la ciudad, lo veía desde niño, cualquier persona que camine por Caracas me comprendería, el piso del aeropuerto, por ejemplo, es todo cinético, diseñado por Carlos Cruz Diez, es una locura, vas caminando y se va moviendo...” De Montevideo, conceptos, elementos y vinculaciones al constructivismo (una forma de organizar las artes plásticas) de la Escuela del Sur de Joaquín Torres García "...TMi arte de alguna manera es producto de eso dos encuentros, de esas dos influencias..."

¿Identificas un cómo, cuando y por qué en la vida de Pablo Bruera, el artista visual? Desde muy pequeño tuve clara la vocación, no de ser escultor pero sí, de algún modo, ser artista plástico. Comencé dibujando, copiando humor gráfico y siempre recuerdo con cariño que de niño era fanático de los programas de tv en los que te enseñaban a dibujar o a hacer manualidades, los seguía muy de cerca, para mí era como ir a clase. A los 14 años publiqué mi primer dibujo en prensa, fue muy agradable y de hecho, trabajé durante mucho tiempo en prensa gráfica, es un ámbito que me gusta mucho. Los ilustradores gráficos suelen compartir la opinión de que su trabajo acabará sirviendo para envolver huevos en el mercado, no suelen tener esa pretensión de museo y de eternidad que a veces se hace un poco pesada en otro tipo de artistas. Es gente muy agradable y me siento muy afín a ellos. Así, una cosa llevó a la otra, comencé a pintar, a hacer grabados y a esculpir. En Montevideo lo primero que hice fue recoger cajas de cartón de la calle y jugué con ellas metiéndolas unas dentro de las otras. Me sorprendió mucho que existían ciertas coincidencias de tamaños y proporciones, después me enteré, por una amiga matemática que trabaja en logística, que eso no es casualidad sino que las medidas están normalizadas por cuestiones de logística comercial, contenedores y palettes. Así comencé a buscar formas armónicas desde lo visual, y sobre todo, desde el volumen, al mismo tiempo que rescataba la historia que tenía la caja porque valoraba las éticas o inscripciones que tuviera. Cuando llegué a Barcelona, las cosas cambiaron un poco, comencé a investigar en sus contenedores y me di cuenta que una de las cosas que tiene el primer mundo, es que la basura, es de mejor categoría, entonces en lugar de encontrar cajas de cartón, encontraba maderas, los pallets del boom de la construcción, comencé a trabajar y reciclar esa madera. Existía la posibilidad de transformar una cosa con su propia historia, en una obra de arte, en una escultura o en lo que fuese. Me interesaba rescatar también los agujeros provocados por los clavos, embellecerla pero también respetarla, que se viera y notara que eso había sido un pallet, que se vieran las marcas, no esconder el origen, utilizarlo, verlo desde un punto de vista estético, plástico y comprender su importancia. Cuando comprendí que deseaba poder curvar la madera pensé que debía pasarme al hierro, noté que sería un material más adecuado para lo que yo pensaba o intentaba hacer, entonces decidí hacer un curso donde conocí al escultor Josep Planlliura, un tipo genial. Sobre todo precisaba incorporar la técnica de corte, cómo cortar el hierro, cómo soldarlo, este tipo de cosas. Josep me apoyó y me ayudó, me invitó a practicar y trabajar en su taller y fue donde me di cuenta que el hierro me daba una de las posibilidades que más me interesaban. Deseaba incorporar el movimiento…

¿Cómo te defines como artista? Soy artista visual porque trabajo para los ojos. Sentí la necesidad de alejarme de algo que está muy presente hoy en día y que es el arte conceptual o lo que llaman arte contemporáneo, me siento muy alejado de eso, me interesa muy poco. Mi manera de trabajar consiste en buscar armonía, creo mucho en la belleza, me parece que la belleza es un valor importante no me parece que sea algo banal o trivial. Es un concepto que ha sido muchas veces menospreciado, como si fuese un valor efímero, sin embargo tiene una gran importancia porque es justamente el valor que diferencia lo regular de lo normal, por algo es un valor que solemos destacar.

¿Y si hablamos de belleza?Es un valor intrínseco, por ello es perdurable. En obras de la antigüedad lo que podemos leer fácilmente, en la actualidad, son justamente esos valores de belleza porque los otros valores, de tipo conceptual, están sujetos a un contexto socio-histórico y no siempre poseemos las herramientas que nos permiten descifras esos códigos. Pero no es nuestra época ni son nuestras creencias ni tiene que ver con nuestra historia porque son hechos que ocurrieron hace siglos. En definitiva, lo que perdura desde las época de las cavernas es el punto de vista estético, no porque nosotros creamos en el valor mágico que puedan llegar a tener o por lo que fuera que las pintaban, sino porque nos emociona desde el punto de vista estético. Así, de algún modo eso es el valor que perdura eternamente eso es lo que más me interesa y me incita a trabajar y a investigar.

¿Podrías definir tu universo de creación? Sí, lo voy descifrando, a medida que vas creciendo y teniendo más canas lo empiezas a definir. Hice una exposición que me gustó mucho, en la Sala Dalmau, su directora Mariana Draper ha sido una de las pocas galeristas que visitaron mi taller para escoger las piezas. Le presenté una serie de obras que yo consideraba que debíamos exponer y ella se interesó por lo que estaba atrás del taller, cubierto de polvo. Terminamos mostrando cosas de hace doce años en pintura, por ejemplo, y fue interesante porque a lo largo de la exposición, de algún modo, se reflejó un lenguaje común, eran piezas que entraban dentro de una misma armonía, aunque la temática no fuese la misma, se podía leer o percibir esa búsqueda de la armonía, el trabajo en determinados ritmos y formas. También es verdad que he hecho toda una serie de gran volumen vinculada a manzanas o a ciertos frutos porque es una forma que me interesa. Me sorprende como en la naturaleza se dan una serie de cuestiones geométricas y de cuestiones armónicas que son maravillosas, desde la sección áurea que se encuentra en todos los sitios hasta espirales, a formas concéntricas, rimas, formas simétricas que están en la naturaleza y que me apasionan y además tiene que ver con un tema que me atrapa. Me gusta la idea de que una semilla se transforme en árbol, que este árbol de un fruto que se transforme nuevamente en semilla para ser nuevamente árbol y el ciclo podría ser eterno. Tiene que ver con la transformación de mis esculturas y con aquello de que nada se destruye, nada se crea todo se transforma. Como hicieron las vanguardias del siglo XX me gustaría seguir abriendo puertas para seguir investigando y avanzando.

“…Con la muestra “Arte Móvil” tuve un feedback intenso y ha sido realmente muy placentero, casi revelador, experimentar esa sensación porque para un escultor no es usual, solemos trabajar en solitario y pasar muchas horas en el taller, no solemos estar en contacto con la gente como, por ejemplo, el músico que tiene esa posibilidad de interactuar de tocar o cantar con el público, o incluso, tener una devolución inmediatamente…



Entonces la idea de tu muestra “Arte Móvil”, en Rambla Catalunya, ha sido una gran síntesis. Las piezas de la muestra “Arte Móvil” que se expusieron en Rambla Catalunya son de algún modo, al menos hasta el momento, el punto final de todo esto. Es un proyecto que yo presenté y logramos que lo aceptaran. Son las piezas más grandes que tengo y fueron concebidas especialmente para ser exhibidas allí. Esa muestra representó un punto culmine, un hito. La idea surgió a partir de mi interés en las piezas cinéticas, que el público las pudiera tocar y completar la obra y además porque exhibirlas en la calle, de algún modo, era apropiarse de ese espacio público. Yo comencé jugando, investigando, agregando planos en los que serían los distintos movimientos y así llegué a la conclusión de que sería mejor, crear un plano que se pueda mover. Lo más interesante de esas piezas es que al moverlas se modifican mucho. No es simplemente algo que gira sino que es algo que realmente se transforma. Son varias cosas en una misma cosa, en una única cosa. Y siempre buscando que esa transformación sea armónica, la transformación también tiene que ser bella, proyectar belleza. Ha sido muy interesante poder mostrarlas en la calle porque en definitiva lo verdaderamente enriquecedor es la interactividad, cuando uno hace este tipo de cosas quiere que el otro lo toque y juegue con él. Ha sido también muy interesante descifrar los distintos niveles de implicación, del público, con la obra. Hay quienes no se involucraban en absoluto como si no viesen las piezas otros, en cambio, se detenían y le dedicaban tiempo a jugar y buscar rimas…

Se podía leer “please touch” pero el público no suele estar acostumbrado a tocar obras de arte. Mi pretensión es, más que el tocar, que sean una herramienta para involucrarse desde un punto de vista intelectual. Mi mayor logro sería que alguien de algún modo, sintiera o comprendiera algo sobre las dificultades que siente el escultor o un artista cuando crea buscando esas armonías, que el espectador se pueda poner en la piel del artista, en la tarea, la reflexión de decir ¿cómo tengo que moverlo para que quede equilibrado?

¿Cómo influyó Barcelona en tu obra y en tu universo? Me influyó mucho la permeabilidad de la gente. Nunca antes había estado en Europa, fundamentalmente quería venir para encontrar más y nuevas posibilidades de desarrollo artístico, elegí España por el idioma y Barcelona por dos razones, una el mar, que es muy importante para quien ha crecido o vivido cerca de él y otra porque existe un vínculo Barcelona-Montevideo, hay varios artistas que fueron y vinieron, por ejemplo Torres García, un artista muy importante, de origen catalán, que influyó en la Escuela del Sur en Uruguay, de hecho en toda América. Nació en Uruguay pero siendo muy joven se instaló en Mataró, también vivió en Barcelona en el barrio de Sarriá, los salones Sant Jordi de la Generalitat están pintados por él, y también vivió, un tiempo, en Terrassa. Hubo más artistas uruguayos vinculados a Barcelona, eso siempre me llevó a pensar que quizás, era más fácil encontrar vínculos o empatías aquí, aunque fundamentalmente instalarme en Barcelona era poner un pie en Europa. Estuve en Suiza, Londres, Madrid, es fácil moverse y se multiplican las posibilidades.



¿Barcelona colmó tus expectativas? Relativamente. Barcelona tiene una historia increíble y desde el punto de vista arquitectónico es inagotable, me encanta visitarla, descubrir rincones y maravillarme, pero creo que se vende como una ciudad mucho más cosmopolita de lo que en realidad es. Existe un desfase entre lo que dice ser y lo que es. Barcelona es una ciudad preciosa para vivir, tiene una calidad de vida altísima, ofrece muchas posibilidades y presenta alternativas sugerentes. Además han pasado cosas muy interesantes en esta ciudad y continúan pasando y, desde el punto de vista estético, es maravilloso caminar por Barcelona, el Eixample es una genialidad.

Algunos especialistas opinan que tu manera de trabajar podría ser generadora de tendencia, introducir una ruptura, aportar… ¿Tienes esta percepción? Me alegro que la gente lo perciba así. Sinceramente lo había pensado sí, pero no desde esta perspectiva, no como que podía generar tendencias en otros artistas aunque es halagador y espero que así sea. Lo que encuentro muy interesante es investigar en la dirección que lo hago porque es bastante diferente. Creo haber hecho un trabajo serio y constante porque durante mucho tiempo no me retribuyó económicamente. Por suerte los últimos tres años he vendido, he tenido una respuesta del público. Vender tiene una doble satisfacción: por un lado, el reconocimiento y, por el otro, ganar el dinero que todos precisamos para vivir. Hay cosas más importantes que el dinero, pero son muy caras, decía Groucho Marx. Volviendo al tema, creo que mi verdadero aporte se produce con relación a lo cinético, a las piezas móviles. Y sobre todo hacer que esas piezas realicen movimientos reales y no aparentes u ópticos como los que realizaban Calder con ayuda del viento o Tangly con motores, en mi caso son las mismas personas...

¿Cómo vive un artista el cambio de soporte o de materiales?Creo que ante todo es un problema de necesidad, la evolución, la experimentación, la investigación te va pidiendo el cambio. Creo que lo que vas haciendo te va exigiendo el cambio, es algo que se impone. Yo me di cuenta que las cajas estaban muy bien, pero necesitaba que tuvieran cierta rigidez, perdurabilidad y otras características que no tenían. En ese contexto apareció la madera y me di cuenta que, por las formas que quería conseguir, debía buscar otros materiales que me permitieran lograrlas y, en ese momento encontré el hierro. De algún modo vas avanzando e investigando en función de las necesidades formales surgen. No dices, "mañana trabajaré la piedra", seguramente si trabajara la piedra no saldría nada interesante. Primero porque no controlo el material, aunque es algo que podría aprender con el tiempo, pero sobre todo porque el lenguaje, lo que yo quiero comunicar y quiero transmitir, no me pide ese material me pide otro. Lo mismo ocurre con los colores, no eliges el que te gusta sino en función de lo que quieres transmitir.