¿Pintar te hace transcender? Sí, cuando estoy pintando consigo no pensar. Dejo fluir. Para mí es el estado más parecido a la meditación y sólo lo consigo pintando. También hago meditación, pero la neutralidad total, lo que llaman estar conectado con la energía universal y disolverte en ella, sólo lo consigo pintando. Siento que desaparezco, mi ego se disuelve completamente, siento que estoy sin estar. Es una situación mágica, como si se abriera una puerta y sucedieran muchas cosas. La pena es no poder mantener ese estado en el día a día pero claro, debes disolver tu Ego, al 100%. ¿Cómo logras esto si no tienes algo que te absorba plenamente que adores y disfrutes hacer? La meditación y la expresión artística te ayudan a anularte plenamente.
¿Qué te ofrece la calle que no te ofrezca el taller? Personalmente, sólo en la calle me puedo expresar de forma plena. Necesito salir a la calle no sólo por el espacio físico sino porque también se producen interacciones, con la gente, que me encantan. Aunque, en este momento, estoy en una etapa que vuelvo a lo íntimo. Necesito generar mucha obra y no enseñársela a nadie. Ahora, creo que tal y cómo está el planeta, a cada uno de nosotros nos corresponde hacer un trabajo individual, lo de la gran escala en este momento no tercia.
¿Siempre te dedicaste al arte urbano o es una etapa en tu vida? Me dedico al arte urbano desde que logré sacar definitivamente esa carga creativa acumulada. Mi primera etapa fue más introspectiva, no quería hacer exposiciones, no quería ir a galerías, pero poco a poco, comencé a hacer cosas pequeñas por la calle, intervenciones muy sutiles, mínimas, empecé a darme a conocer y a conocer a gente que hacía lo mismo que yo y esto lo que me ha ayudado a sacar todo lo que yo llevaba dentro. A mí me gusta mucho colaborar con otros artistas porque es una manera de conocer y conocerte. Sin conocernos de nada, un día pintamos juntos y se produce un intercambio muy potente, una radiografía mutua, de repente surge una pieza que es imprevisible para los dos y que te está diciendo si te has comunicado bien, el tipo de relación que tendrás de ahí en más con esa persona, es muy interesante porque salen muchísimas cosas y es realmente imprevisible. Es lo que más disfruto. También me gusta mucho, llegar a un espacio que tiene unas características determinadas y tener que adaptarme a ellas. A mí me encanta trabajar con lo que hay, ver qué me cuenta el espacio. No me gusta ir con un boceto cerrado, me gusta que sea flexible, que respire y poder cambiarlo en el último momento en función de lo que ocurra. Son casi como fotos, como instantáneas de lo que está pasando en ese momento. La única de mis piezas que es estática es el niño Surma, todas las demás se adaptan, fluyen, tienen movimiento.
¿Estableces algún vínculo entre tu manera de trabajar y Barcelona? En Barcelona, llegó a haber una importante comunidad artística donde se producían intercambios de ideas, de conceptos de técnicas, de todo. Surgieron momentos muy creativos, sobre todo en arte urbano. Creo que la parte más importante es la comunicación con otros artistas y lo que surge de la interacción y del intercambio. Es muy enriquecedor hacer cosas en grupo. Hubo una época en Barcelona en la que se hacía mucho y con mucha libertad. Esto siempre me han influido e inspirado. Ahora ya no sucede lo mismo porque las normativas son mucho más rígidas. Para un artista urbano es muy difícil trabajar en ese contexto. Ahora te tienes que ir más lejos, antes podías trabajar en el corazón de la ciudad y todos disfrutábamos. De hecho, hecha la ley hecha la trampa, y los artistas han desarrollado técnicas, como los pósters, para poder crear en la calle e ir mucho más rápido, aunque se pierde bastante la espontaneidad del momento, del gran formato, del compartir e intercambiar. La intensidad se ha reducido muchísimo. A veces te juntas con alguien o hay eventos o festivales pero nada tiene que ver con lo que ocurría hace unos años.
¿A hora de crear te influyen las tendencias sociales? Desde un principio me influyó mucho lo que había antes de la sociedad que conocemos y en la que vivimos. Ahora me sobra la sociedad que conocemos. Una sociedad más respetuosa con la naturaleza, con las personas, con nuestro tempo. Me resulta muy difícil moverme porque en este momento me interesa muy poco lo que ocurre, no me gustan las redes sociales. Me gustaría perderme en el campo, estar en contacto directo con la naturaleza, por ejemplo, me encantaría hacer una instalación que desapareciera, no porque alguien del ayuntamiento la pintara sino porque la cubriera la hiedra, eso sería mi máxima alegría, que la naturaleza devorara lo que hago. En vez de estar encantada con el mundo, soy una encantada de la naturaleza. No quererme integrar a la sociedad en la que vivo, es mi manera de lanzar un mensaje crítico y exhortar a la reflexión.
¿Qué percepción tienes de los artistas barceloneses o catalanes? Somos todos muy distintos y eso es justamente lo interesante. Se generan muchas formas de expresión. Aquí la gran tendencia es la necesidad de salir a la calle, de tener tu margen de libertad, porque cada vez tenemos menos. Una cosa que la hacía única a Barcelona era que, por ley, podías ir desnudo por la calle, era un símbolo, y en el momento que eso desaparece hay una libertad menos. Es importantísimo porque se van reduciendo las libertades. La gente se siente tan encorsetada que necesita ocupar la calle, apropiarse del espacio público y, en vez de ocupar casas, ocupa la calle, con lo que ahora parece que es una ocupación ilegal y eso sí, que es una tendencia social, la necesidad de salir a la calle a expresarse.
¿Cómo defines Barcelona? Barcelona es una ciudad que te atrapa y en la que rápidamente te sientes muy cómoda. Para mí, ya es como la camiseta que te pones para estar por casa. Me siento muy cómoda, tiene muchas de las cosas buenas de un pueblo, haces familia y muy buenos amigos. La mezcla de estar atravesada por el viento que se traslada en línea recta, gracias a la estructura urbanística de la ciudad, permite que el aire de la montaña y el del mar se mezclen y circule una energía, de norte a sur, muy limpia. Es un punto energético muy limpio. Lo que a mí me atrae principalmente de Barcelona, es que está entre dos polos naturales muy fuertes. Al tener mar y montaña, todo lo que se cuece en el medio está aderezado de una manera muy especial que otras ciudades no lo tienen. Se cruzan energías y vientos que hacen todo muy especial.
Lo que más te agrada: Verla desde fuera, a cierta distancia, porque implica que estoy fuera del núcleo urbano.
Lo que menos te agrada: Que se limiten las libertades que ya habíamos alcanzado. Que cada vez se privatice y regule más el uso del espacio público. |